miércoles, 24 de septiembre de 2025

Jóven, Dios quiere usar tu vida

 Jóven, Dios quiere usar tu vida

El chico con la comida

Antes de poder dar de comer a los 5.000, Jesús necesitaba comida. El que se la ofreció fue un muchacho completamente desconocido. ¿Cómo se llamó? No lo sabemos. ¿Cuántos años tenía? No lo sabemos. ¿De dónde era? Tampoco lo sabemos. Pero sí sabemos que estuvo dispuesto a dar todo lo que tenía al Salvador. “Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos” (Juan 6:9). Los mismos discípulos menospreciaron su ofrenda preguntando, “¿Qué es esto para tantos?” Sin embargo, la buena noticia es que Cristo no se burló del chico, sino que tomó su ofrenda y lo usó para dar de comer a miles de hambrientos. Aunque no tengamos mucho, si ponemos lo que poseemos en las manos de Cristo, Él podría hacer maravillas con aquello. De nuevo, no hace falta ser famoso ni alguien importante para ser usado por el Señor.

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 Jóven, Dios quiere usar tu vida

Timoteo, el pastor

El último nombre en nuestra lista es el joven pastor de la Iglesia de Éfeso, Timoteo. Pensamos que tenía sus 25 años cuando empezó a pastorear. Aun así, Pablo le estableció como una columna del evangelio en una ciudad bien necesitada animándole a ser un ejemplo en todo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12). Timoteo era joven, pero Dios quería usarle para edificar a la Iglesia de Cristo.

Conclusión

Es cierto que la mayoría de los jóvenes del mundo solo quieren vivir para sí mismos y entregarse a sus pasiones vergonzosas; pero el Señor, en su soberana gracia, también decide levantar a jóvenes dedicados a la santidad y a las cosas de su Reino. Jóvenes como José en Egipto, Samuel, David, la criada de Naamán, Josías, Jeremías, Daniel, el chico con la comida, Juan y Timoteo. Jóvenes como tú. Jóvenes como yo.

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 Jóven, Dios quiere usar tu vida

Daniel en Babilonia

Es cierto que Daniel llegó a ser un hombre mayor en Babilonia, pero comenzó siendo un muchacho. Fue escogido para cargos especiales en el extranjero porque era excelente en todo lo que hacía. Se esforzó tomando sus estudios en serio, y luego Dios le usó en el momento oportuno para dar testimonio del Dios de Israel a los caldeos. Tanto Daniel como sus tres amigos son buenos ejemplos que nos enseñan que los hijos e hijas de Dios somos llamados a ser buenos estudiantes y trabajar infatigablemente para glorificar el nombre del Señor en nuestras vidas. La pereza es un gran pecado que los jóvenes cristianos debemos evitar.

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 Jóven, Dios quiere usar tu vida

Jeremías, el profeta

El testimonio de Jeremías es algo parecido a aquél de Juan el Bautista. Si piensas que José, Josías y David eran jóvenes cuando fueron usados por el Señor, ¿qué dirías entonces de Jeremías? ¡No había nacido todavía y la mano del Señor estaba sobre él! Dice el Señor textualmente, “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5). Antes de levantar a Jeremías como el predicador más destacado de su generación, Dios le tenía preparado en el vientre de su mamá. ¡Increíble!

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 Jóven, Dios quiere usar tu vida

El joven rey Josías

El nombre de Josías es conocido en nuestros días porque era uno de los pocos reyes “buenos” en la historia de Israel y Judá. Su vida fue caracterizada por el temor al Señor, pero empezó a reinar con la tierna edad de ocho años. Cuando se redescubrieron los libros de la Ley de Moisés en sus días, realizó una reforma a nivel nacional que produjo un gran avivamiento. Sorprendentemente, Josías llevó a cabo la reforma cuando tenía apenas dieciséis años. Algunos comentan que Martín Lutero era joven cuando clavó sus 95 tesis en la puerta del castillo de Wittenberg así iniciando la Reforma protestante. El alemán tenía sus 33 años en aquel entonces. No obstante, Josías tenía la mitad de años que el gran reformador protestante. ¿Quién decía que Dios no puede usar a los jóvenes?

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La criada de la mujer de Naamán

La sanidad de Naamán, el capitán del ejército, es bien conocida. Después de meterse siete veces en el río Jordán, el Señor le curó totalmente de la lepra en obediencia a una palabra profética dada por Eliseo. Sin embargo, lo que tendemos a olvidar es que la historia no comenzó con Eliseo, sino con una muchacha hebrea “la cual servía a la mujer de Naamán” (2 Reyes 5:2). Fue ella la que dijo a su señora: “Si rogase mi señor Naamán al profeta Eliseo que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra”. Cuando el rey oyó las palabras de la niña judía, siguió su consejo y buscó sanidad. No sabemos nada más acerca de la chica ni cuántos años tenía; pero sí sabemos que poseía una gran fe en el poder sanador del Dios de Israel. ¡Ojalá todas las muchachas de nuestra generación tuviesen la misma clase de confianza en el Señor!

Jóven, Dios quiere usar tu vida - 3

 Jóven, Dios quiere usar tu vida 

El pastorcito David

Hoy día tendemos a pensar en David como el rey más importante de toda la historia de Israel. Era fuerte, valiente y un hombre “conforme al corazón de Dios”. No obstante, David empezó su vida en el anonimato, pastoreando las ovejas de su padre mientras sus hermanos mayores iban a pelear contra los filisteos. Seguramente David pasó sus días alabando al Señor y vio cómo Dios le libraba de peligros en el campo (osos, leones y otros animales salvajes). Dios fortaleció al joven David en el lugar secreto con el fin de usarle poderosamente en la nación de Israel. Su fe en Elohim le llevó a oponerse al gigante filisteo Goliat y a partir de su victoria, el joven David (sin carrera universitaria y sin esposa) se convirtió en uno de los hombres más famosos y temidos del Medio Oriente.